abril 20, 2003




Poniéndome pascual, busqué la cita máxima de Jesucristo en el Huerto de Getsemaní, subrayada en mi edición favorita de la biblia, la Latinoamericana, editada en 1980 con apuntes incendiarios del obispo Ivo Lordsheider.

"Señor, de ser posible aparta de mí este cáliz, pero que no sea mi voluntad sino la Tuya."

Lo repetí en silencio, sentí su luz y quise ponerla en las manos de alguien. Como nadie pasaba por aquí, la entregué a varios traductores automáticos on-line, que se portaron apostólicos. SysTran, por ejemplo, hizo una matatena con las dudas de Cristo. De la franqueza latinoamericana brinqué al francés. Del francés al holandés. Del holandés al inglés. Del inglés al chino. Del chino, volví al inglés. A esas alturas la frase se había convertido en:

“Gentlemen possibly separates me from a cup, but my will has not been yours.”

Entonces un atajo, del inglés al italiano buscando auxilio papal. Y de nuevo al francés. Del francés al alemán, del alemán al inglés. El viaje terminó del inglés al español, donde esperaba el versículo inicial de San Lucas en lugar de:

“Nos separa señor posiblemente media taza, pero mi voluntad además eran diez.”

Algo falló. Vuelvo a Cristo: “Señor, de ser posible aparta de mí...” En el segundo intento evité el francés, que puede estar intervenido por la guerra. La ruta fue, entonces, del español al inglés. Inglés a coreano. Coreano a inglés. Inglés a italiano. Italiano a inglés. Inglés a español, veamos:

“La posiblidad de señor ángulo dado, todo es a pesar de tu cosa.”

¿Cómo diablos operan estos traductores? Hablando de literatura, ¿cómo puede alguien creerles? El lenguaje es un ser vivo, no un algoritmo. Me divertí tanto que trepé al librero buscando víctimas. Fragmentos teóricos de Umberto Eco acabaron en intransitables voces que —no es broma— hacían rimar movies con pubis. La grosera sintaxis de Jeff Noon entraba en los motores, los hacía sudar y de pronto salía como una masa incómoda, que no vale la pena. En plan generoso, transcribo la experiencia que sufrió un fragmento de "La aventura de Koper Beeches" de Arthur Conan Doyle, cuya versión española pertenece a un bilbaíno de quien pienso traducir el nombre, Emilio Jacobino González Grano de Oro. El fragmento dice:

“Me encontré ante un pequeño pasillo sin alfombrar, que se torcía a la derecha en ángulo recto. Pasado este rincón hay tres habitaciones, de las cuales la primera y la tercera estaban abiertas.”

Babel Fish se encargó de marear la voz de Sherlock Holmes del español al inglés, al alemán, al francés, al inglés, al coreano, nuevamente al inglés y vámonos entendiendo:

“La alfombra se presenta derecho, brotado en mí lados externos debiendo ser inicialmente, cuatro campos son la esquina en el Este del mapa.”

La aportación más dramática, por cierto, provino del coreano. Por razones (tal vez) de discernimiento o (más bien) por las cyber-chiripiorcas del lenguaje en Red, modificó el párrafo a primera persona: “Me, the carpet...”, comenzaba.

Después saldé una vieja deuda con Bruce Springsteen, quien, al igual que Neil Young, me transmite una credibilidad sin tacha, cosa que me aburre discutir. Su mejor línea aparece al final de “Brilliant disguise”:

“Dios tenga piedad del hombre que duda lo único que sabe.”

Entre Babel Fish, Lycos y Free Translation hicieron pedazos a Bruce:

“El caso positivo es él, suponiendo desgraciadamente humano los zapatos.”

Casi amanecía cuando sometí a la licuadora multicabezas el nuevo libro de Rafa Dro, Lejos del noise. Inicié con el relato más veloz, “Get no time”, pero resultó una abominación, una denuncia alucinate y clara como chorro de agua hirviendo, algo para no dormir. No me incumbe. Mejor comparto la metamorfosis de “Ultrapop”, esa larva literaria.

“Ultrapop registra con su cámara nuestro furor en carrusel”, cuenta el narrador, duro como ampolleta. Babel Fish lo masticó siete veces. Devolvió esto:

“Se quema el Ultrapop, expresa nuestra cólera en escuela de caballo.”

La misma tarea para Lycos:

“Registrador de pequeña explosión extremista con la rabia en tiovivo.”

Ey, Rafa, ¿lo has intentado? Si un mal domingo te quedas sin ideas, patea los motores idiomáticos. Aplícales tu genio, les caerá como ácido. No muy disinguible de tu estilo —allí reside el talento— tendrás un producto listo para editarse en pasta dura.


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mr_phuy@mail.com


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